El asesinato de la aspirante a actriz Elizabeth Short, a quien mutilaron y cuyo cuerpo fue abandonado en un lote baldío, movilizó a la policía de Los Ángeles en 1947 y a los medios de comunicación, quienes fueron autores de su apodo: "La dalia negra", por su costumbre de usar vestidos oscuros.
El caso nunca se resolvió y cuarenta años después, Ellroy retomó la historia, la cual no sólo se trata de un misterioso crimen, también habla sobre dos hombres que deben hallar su propia brújula moral, así como el propio autor, cuya madre fue víctima de feminicidio cuando era niño.
Por Olmo Balam
Ciudad de México, 28 de diciembre (LangostaLiteraria).- Los Ángeles noir, a la sombra del glamour hollywoodense, las boutiques y los escenarios paradisiacos. Son los años cuarenta y lo único multicultural de esta ciudad parecen ser las pandillas: ya sea de blancos o de negros, o los pachucos y sus zoot suits. Un L.A. encapotado y austero, con la Segunda Guerra Mundial de fondo y entrando a su última etapa. Una ciudad más preocupada por los enemigos en casa y donde los hombres honrados son tan escasos como el presupuesto para el departamento de policía.
Así es el escenario en el que ocurre La dalia negra, primera parte del ciclo novelístico que su autor, James Ellroy, llamó “Cuarteto de los Ángeles” (compuesto por El gran desierto, Jazz blanco y L.A. Confidential) y que reconstruye, a través de la ficción, algunos de los casos criminales más célebres de la ciudad.
En particular, el feminicidio (aunque en ese entonces no se le llamaba así) de la aspirante a actriz Elizabeth Short (1924-1947), a quien mutilaron y cuyo cuerpo fue abandonado en un lote baldío.
El asesinato movilizó a la policía del estado y a los medios de comunicación que poco pudieron hacer además de difundir su apodo: "La dalia negra", por su costumbre de usar vestidos oscuros. Cabe decir de una vez que el caso sigue sin resolverse y todavía hay gente desesperada por algo de atención que se declara culpable o dice saber la clave final para encontrar al o los culpables.
Cuarenta años después de su muerte, James Ellroy retomó el caso y, sin hacer ninguna idealización de esta época, escribió La dalia negra, un relato de antihéroes. En este caso, sus dos personajes principales son Dwight Bleichert y Lee Blanchard, dos ex boxeadores venidos a policía, respectivamente apodados “Hielo” y “Fuego” por sus estilos de combate.
De dudosa calidad profesional, el dúo se desenvuelve con una violencia muy similar a la que utilizaba en el cuadrilátero: detenciones ilegales, abuso de autoridad, chantaje, allanamiento de propiedad, corrupción y otras prácticas comunes avaladas por la policía de L.A. y que muestran desde un principio la ambigüedad de estos agentes, capaces de ayudar a su comunidad cuando no están violando los derechos humanos de ciudadanos, sospechosos y uno que otro criminal.
Esta novela no está exenta de las especulaciones que durante décadas ha despertado el caso, cuya historia se va contando a través de rumores y pistas falsas. Ellroy no sólo replantea el misterio por resolver a la luz de la historia verídica y el cúmulo de informes periciales. La dalia negra se centra en la vida de dos hombres comunes que deben hacer justicia al mismo tiempo que encuentran su propia brújula moral.
¿Era Elizabeth Short sólo una aspirante a convertirse en estrella de cine como tantas mujeres que se mudaron a Los Ángeles? ¿Tenía algo que ver con las pandillas de la ciudad o era incluso víctima de la prostitución?
Los testimonios y las leyendas sólo logran remarcar la injusticia de la muerte precoz de una mujer independiente y entusiasta. El involucramiento de Dwight y Lee, como se sugiere desde un principio, va a ser algo más que profesional; del mismo modo, Ellroy va despegándose poco a poco de los hechos para ofrecer una propia versión del caso y sus repercusiones.
La dalia negra es la novela de un crimen, pero también sobre unos hombres que van en busca de una mujer; así como el propio James Ellroy, cuya madre fue igualmente víctima de feminicidio cuando era niño. Si el caso de la Dalia Negra ha de cerrarse o no, eso ya no es asunto de la literatura y de esta novela que ofrece, si no una solución al misterio, sí una oportunidad de reivindicar más de una vida.